El otro día repetí en un sitio que me gusta bastante. Hace tiempo que está abierto, y aunque hay alguna cosa que falla, me sigue gustando ir. La comida está muy buena y tiene un toque canalla que me encanta. Las luces rojas y las tarimas japonesas bajo suelo son definitivas.
Se aleja de cualquier otro japonés de Madrid, y refleja el Japón más callejero, de brochetas y cerveza. Una auténtica izakaya.
De primero pedimos dumplings caseros de cerdo y nira con salsa de sésamo picante, y un Kakuni bao, un bollitos al vapor con panceta marinada a baja temperatura, pepino y salsa estilo hakata -BUENÍSIMO-.
De segundo langostino tigre en tempura con hoja de romble y salsa cremosa picante -muy rico también-, y ventresca de atún rojo.
También ofrecen kushiyaki –brochetas japonesas– de carnes y pescados hechos en Robatta o barbacoa japonesa que se preparan de cara al público siguiendo la tradición.
De postre unos dulces muy especiales de chocolate y té verde.
Por ponerle un “pero” si te sientas en la parte de fuera o en la barra puede que luego huelas un poco a brocheta 😉